jueves, 6 de mayo de 2010

Carrera armamentística.

El que el eje de los conflictos –que pese a todo siguen involucrando a las potencias industriales, tanto grandes como pequeñas- se haya desplazado hacia los países pobres.

Solamente en el siglo XX han sacrificado más de 100 millones de víctimas a la guerra.

Así, al desarrollo de las armas nucleares se añade la carrera de los llamados armamentos convencionales, que se extiende a los estados más pequeños y más pobres.

Semejante estado de cosas determina un sistema de prioridades en materia de inversiones y privilegia ciertas estructuras económicas que, al haberse vuelto esenciales para la vida de las naciones, harán más difícil la indispensable reconversión de la industria de armamentos en actividades pacificas.

La magnitud de los gastos militares mundiales es tal que estos pueden calcularse, proporcionalmente, en cerca de un millón de dólares por minuto.

Uno de los rasgos más importantes que se advierten en la curva seguidos por los gastos militares en los últimos años es la proporción creciente que de ellos corresponde al Tercer Mundo. En efecto, cerca del 75% del comerciomundial actual de armas importantes –tanques, aviones, buques, y mísiles- se realiza con los países del tercer mundo. Las cifras sobre transferencias de armas que aparecen en el cuadro no incluyen armas menores, artillería ni pertrechos: de ahí que representen solo la mitad de las adquisiciones totales de equipo bélico por parte de esos países.

Es en la esfera del potencial científico y tecnológico donde la desviación de recursos para fines militares alcanza más vastas proporciones. Se estima que, en la actualidad, alrededor del 25% del personal científico mundial se dedica a actividades relacionadas con asuntos militares. Y se ha calculado que, del total acumulado de gastos en investigación y desarrollo desde la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente el 40% se ha destinado a fines bélicos.

En los países en vías de desarrollo existen enormes necesidades, inexploradas en casi todos sus aspectos, cuya satisfacción debe ser abordada de manera sistemática, en gran escala y con la adecuada movilización de medios, cosas que hasta ahora han sido privilegio casi exclusivo de la investigaciónmilitar.

También en lo que atañe a la mano de obra origina la carrera de armamentos una enorme desviación de recursos. Las fuerzas armadas en servicio en todo el mundo cuentan aproximadamente con 22 millones de personas. En los Estados Unidos, por cada tres personas pertenecientes a las fuerzas armadas hay otras cuatro en empleos relacionados con el sector militar. Se calcula que en todo el mundo unos 60 millones de personas, uniformadas o de paisano, en el sector público o privado, trabajan en ocupaciones relacionadas con ese sector. Las actividades militares y las conexas absorben en todas partes una proporción mucho mayor de las categorías de personas más calificadas de lo que cabe prever de acuerdo con la proporción que representa el presupuesto militar en el producto nacional bruto.

Las fuerzas armadas de todos los países son también consumidores importantes de una gran variedad de recursos no renovables y de reservas tanto energéticas como de materias primas. Es evidente que el consumo de materias primas. Es evidente que el consumo de materias primas con fines bélicos se concentra en las principales potencias militares aun más que el consumo de recursos en general. En el caso de metales como el aluminio, el cobre, el plomo y en zinc, la demandamilitar de los Estados Unidos oscila entre el 11% y el 14% de la demanda total; respecto de varios otros metales, es de cerca del 10%. En el caso del titanio excede del 40%.

Si se extrapolaran las cifras correspondientes a los EEUU, el consumo militar mundial de hidrocarburos líquidos ( con exclusión de los productos derivados del petróleo que se utilizan en la producción de armas y material) se ha estimado en unos 700 a 750 millones de barriles anuales, es decir el doble del consumo anual de toda África y aproximadamente al 3,5% del consumo mundial.

Por otra parte, se afirma que el consumo militar de combustible para aviones de reacción en épocas de paz, asciende a la tercera parte del consumo total de los EEUU. Es evidente que en muchos casos, el sector bélico contribuye ampliamente al agotamiento de los recursos naturales.

Los recursos dedicados a la investigación médica en el mundo entero constituyen tan solo una quinta parte de los dedicados a la investigación y el desarrollo militares. En todos los vasos, los recursos que consume el sector bélico son cuantiosísimos en comparación con los gastos públicos de orden social, incluso en esferas tan importantes como la educación y la salud, lo que es indicio del triste orden de prioridades por el que se rige la asignación de fondos públicos en todo el mundo.

La organizaciónmundial de salud (OMS) dedicó unos 83 millones de dólares en un lapso de 10 años a eliminar la viruela en el mundo. Esa suma bastaría siquiera para comprar un solo bombardero estratégico moderno. El programa de la OMS para eliminar el paludismo en el mundo, cuyo costo aproximado se calcula en 450 millones de dólares avanza lentamente debido a la falta de fondos. Sin embargo, su costo total hasta ahora representa solo la mitad de lo que se gasta cada día para fines militares y solo una tercera parte de lo que se gastará únicamente para la adquisición de cada nuevo submarino con proyectiles nucleares "Trident".

En numerosos países industrializados y en algunos en vías de desarrollo la industria armamentista es hoy uno de los sectores de la economía que experimentan un crecimiento más rápido.

En ciertos países existe un marcado contraste entre un sector militar aún en expansión, por una parte, y una economía civil deprimida con un presupuesto público restringido o francamente austero, por la otra. Hay países que han logrado mejorar la situación de su balanza de pagos aumentando las exportaciones de armamentos.

El aumento cada vez mayor de los gastos de armamentos no es una forma eficaz de combatir la recesión. Los gastos en sectores como la educación, la salud, la vivienda y el bienestar social son medios más eficaces para ello en virtud de consideraciones tanto económicas como sociales

Si los gastos en armamentos siguen siendo elevados o van en aumento, mientras los ingresos públicos se estancan o disminuyen , los países pueden tender a hacer economías en sectores tales como la salud, la educación y el bienestar, con todas las consecuencias sociales negativas que ellos entraña.

Los cuantiosos gastos públicos en armamentos aumentan la demanda sin incrementar el volumen de bienes vendibles o exportables. De esta forma, intensifican los problemas de inflación y del desequilibrio externo.

La mano de obra constituye un recurso real que podría utilizarse de manera útil si se liberara de las ocupaciones vinculadas con el sector militar.

Las personas desempleadas no están porque no haya mas necesidades que satisfacer, sino como consecuencia de movimientos de recesión o problemas estructurales de la economía, los que a su vez, se ven agravados por los elevados gastos militares.

Los gobiernos pregonan los supuestos beneficios que entrañarían para el empleo las compras de armas que prevé hacer, sin añadir que los mismos fondos dedicados a otros usos crearían también puestos de trabajo, incluso normalmente muchos más.

Los gastos militares no son los únicos capaces de crear empleos. En realidad, aunque los gastos militares evidentemente crean puestos en las industrias que aprovisionan a las fuerzas armadas, la parte creciente de los gastos militares dedicada a la tecnología de vanguardia reduce su capacidad general y directa para crear trabajo.

Según los cálculos del Gobierno de los Estados Unidos: 1000 millones de dólares de gastos militares crean 76.000 empleos. Pero si la misma suma se gasta en programas civiles del gobierno Federal, los empleos creados son 100.000 .

Se afirma que el afán de lograr una mejora continua de los armamentos y del material militar ha representado un importante estímulo para el progreso tecnológico y que de no ser por la presión de las demandas militares, no se habrían obtenido fondos en escala suficiente.

EN realidad, es sorprendente el número de invenciones de enorme importancia civil que no deben absolutamente nada en su origen y muy poco o nada en su ulterior desarrollo a la investigación y desarrollo militares, aún cuando n una etapa posterior fueron adoptadas muchas veces por el sector militar y adaptadas a sus necesidades.

Los beneficios secundarios que para el sector militar entrañan las investigaciones civiles han sido incomparablemente mayores que los beneficios secundarios para el sector civil de las investigaciones militares.

Típicamente, la investigación militar se ha aplicado fundamentalmente a dispositivos nuevos que pueden cumplir las mismas funciones que los viejos, pero con más precisión, eficacia y fiabilidad. Por lo tanto, los beneficios secundarios de importancia para el sector civil han sido escasos y poco frecuentes.

Durante la Guerra Fría, EE.UU. y la Unión Soviética se alinearan en pos de esta conquista. Controlar las fuentespetrolíferas era de vital importancias para las dos potencias que se disputaban el manejo del mundo, desde lo político y lo económico.

Hoy día, cuando las armas nucleares estratégicas acumuladas en los arsenales del mundo bastarían para destruir varias veces nuestro planeta ( su potencia combinada es de mas de un millón de veces superior a la de la bomba que destruyó a Hiroshima en 1945), la atención se centra sobre todo en el perfeccionamiento de las armas nucleares tácticas. Como la bomba de neutrones superradiactiva, de baja potencia explosiva: aproximadamente un kilotón, o sea el equivalente de 1000 toneladas de TNT. En este caso el perfeccionamiento consiste en que ese tipo de bomba es más destructiva para la viada que para los bienes materiales.

El Decenio del Desarme, proclamado en 1969 por las Naciones Unidas. En estos 10 años se han firmados diversos acuerdos y tratados internacionales. Sin embargo, la carrera de armamentos se aceleró dando origen a una interminable serie de conflictos.

Desde hace varios años el mundo avenido destinando anualmente alrededor de 350.000 millones de dólares a los gastos militares. Tres cuartas partes de ese total corresponden a los países que ocupan los seis primeros lugares por la importancia de su presupuesto militar: Estados Unidos, Unión Soviética, China, Francia, Reino Unido, Republica Federal de Alemania. En conjunto del 5 al 6% de la producción total mundial de bienes y servicios se destina a fines militares. En la mayoría de los países, esa cifra oscila casi siempre entre el 2 y el 8%; en algunos casos es superior al 30%.

El rápido aumento de los gatos militares durante el decenio de 1960, seguido de una nivelación en los últimos ocho años, reproduce un esquema ya observado varias veces anteriormente. Los períodos de expansión militar masiva, generalmente en relación con una guerra, han alternado con períodos estables de varios años de duración.

En realidad, la tendencia esencial en la mayoría de los países es un aumento irregular y a largo plazo de los presupuestos militares.

Los países no publican inventarios de sus existencias de armas, los cálculos de las existencias mundiales son inevitablemente bastante inciertos.

Las actuales existencias de armas nucleares bastan para destruir el mundo varias veces.

En 1974 las fuerzas nucleares llamadas "estratégicas" de los Estados Unidos y la Unión Soviética incluían entre 11.000 ojivas de guerra termonuclear lanzables mediante proyectiles o desde bombarderos.

Se estima que su potencia explosiva total equivale a la de 1.300.000 bombas del tipo de la empleada en Hiroshima.

En lo que atañe a las armas nucleares llamadas "tácticas", la situación es más incierta. Su potencia explosiva total equivale a unos 700 millones de tonaledas de TNT o a unas 50.000 bombas del tipo de la empleada en Hiroshima.

En cuanto a los principales tipos de armamentos corrientes, tales como aviones, buques de guerra y tanques, los cálculos efectuados ofrecen una indicación aproximada de la evolución general. Los buques de guerra, el valor de las existencias mundiales se duplico de 1960 a 1970 y aumentó nuevamente en un 30% entre 1970 y 1976.

Solo trece países en desarrollo tenían aviones supersónicos en 1965. Diez años más tarde, esas cifras habían aumentado a 41. Durante los últimos 30 años, unos pocos países, que figuran entre los principales productores de armas, han fabricado y vendido en conjunto mas de 70 tipos distintos de aviones interceptadores, de caza y de ataque y más de 140 variantes de esos tipos.

El precio unitario de esos aviones de caza se ha duplicado cada 4 o 5 años, pasando de unos 250.000 dólares por avión durante la Segunda Guerra Mundial a más de 10 millones de dólares en la actualidad, como consecuencia de las mejoras en su funcionamiento como consecuencia en las mejoras en su funcionamiento y armamento.

A los seis países que más gastos militares efectúan, no solo les corresponden las tres cuartas partes de los gastos mundiales en dicha esfera, sino la casi totalidad de los gatos de investigación y desarrollo militares.

Ha habido un rápido aumento de la exportación de armas importantes a una serie de países del mundo. Las exportaciones de armas importantes a países en desarrollo aumentaron de 3000 millones de dólares en 1970 a 6300 millones en 1975 y a 7300 millones en 1976. Estas exportaciones tienden a estimular sectores importantes de la economía del país exportador, como la ingeniería mecánica, la industria electrónica y las industrias que abastecen a estos sectores. Los países importadores están subvencionando las actividades de investigación y desarrollo militar de los países exportadores de armas.

Están cobrando importancia diversas formas de cooperación internacional para la producción de armamentos. En los países industrializados existe una tendencia a la coproduccion, en que varios de ellos usan en forma mancomunada las instalaciones existentes para producir distintos componentes de sistemas de armas singularmente caros y complejos, y , con menor frecuencia a la colaboración en la concepción y realización de las armas, repartiéndose los costos.

En los países en desarrollo la norma habitual consiste en establecer instalaciones locales de mantenimiento y luego encargarse de la reparación. Más recientemente, algunos países han logrado acelerar este proceso adquiriendo instalaciones completas de producción mediante acuerdos en que el contratista extranjero proporciona todo el sistema: los planos, las instalaciones, los conocimientos técnicos y algunas piezas del arma terminada.

Desde un punto de vista social y político, se está produciendo un fenómeno sobremanera importante y radicalmente nuevo. En algunos casos puede tratarse del comienzo de un proceso en que los complejos militares industriales de los países abastecedores, salgan de sus propias fronteras, arraiguen en el extranjero y reproduzca en el nuevo ambiente toda la red de relaciones entre la industria, los productores y subcontratistas, los sindicatos, el gobierno, y las fuerzas armadas.

Cuando lo que se transfiere son los sistemas de armas completos y operacionales y lo que se presta son servicios de asesores militares, igual que otras formas de cooperación militar, las relaciones entre los países abastecedores y receptores tienden a limitarse a la esfera militar. En cambio, en los tipos de producción multilateral o de producción local dependiente, lo que se afianza y difunde en toda la sociedad, rebasando con mucho el sector militar propiamente dicho, es todo el conjunto de relaciones de apoyo mutuo y de intereses creados que persiguen la perpetuación del proceso armamentista.

El aspecto más importante y espectacular de la carrera de armamentos en el decenio de 1960 fue el desarrollo y el despliegue en gran escala de los proyectiles balísticos intercontinentales (ICBM), y de los proyectiles balísticos lanzados desde submarinos (SLBM), así como la instalación paralela de sistemas de vigilancia y comunicaciones mediante satélites.

En los primeros acuerdos sobre la limitación de armas estratégicas entre los Estados Unidos y la Unión Soviética (SALT I) firmados en mayo de 1972, se establecían límites máximos al número de emplazamientos de proyectiles antibalísticos intercontinentales y de proyectiles balísticos lanzados desde submarinos. En 1976 , en cifras redondas, ambas potencias disponían conjuntamente de 2500 ICBM y 1400 SLBM.

En los últimos años la carrera de armamentos nucleares estratégicos ha adquirido cada vez mas un carácter cualitativo, poniéndose en marcha importantes programas de investigación y desarrollo para perfeccionar los sistemas antimisiles.

En general, los acuerdos SALT no han ejercido ninguna influencia perceptible en el despliegue de los vehículos múltiples de reingreso para objetivos independientes (MIRV). Como resultado, la cantidad de ojivas nucleares que pueden lanzarse con los ICBM y los SLBM ha venido aumentando a razón de 1000 por año.

Una importante innovaciónque representa un progreso del potencial de destrucción con respecto a los MIRV. Se trata de un vehículo de reingreso maniobrable (MARV) que puede cambiar de dirección en las etapas finales de su trayectoria. Este vehículo puede dificultar la defensa contra un ataque de proyectiles balísticos, puede dotar a los proyectiles de reingreso maniobrable de una precisión de unas cuantas decenas de metros.

Ello permite naturalmente concebir nuevos usos para las armas nucleares "estratégicas". Además de constituir un instrumento de represalia en gran escala contra los centros industriales y de poblacióny un medio esencial de disuasión, es hoy posible pensar en utilizar proyectiles balísticos con fines de "contrafuerza" para lograr una ventaja militar al comienzo de una guerra destruyendo las armas e instalaciones militares de enemigo, o emplearlos para librar una guerra nuclear supuestamente limitada.

La proliferación de la tecnología nuclear continua a un ritmo acelerado. Francia y China se dotaron de armas nucleares en el decenio de 1960. En 1974, la India, que no es parte en el tratado de No Proliferación [acuerdo de 1º de julio de 1968 firmado por el Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Soviética y varios otros Estados, en virtud del cual los tres firmantes principales convinieron en no ayudar a los estados desprovistos de armas nucleares a adquirirlas o producirlas], realizó un experimento subterráneo de explosión nuclear. Cabe la posibilidad de que otros países hayan adquirido la capacidad de producir armas nucleares, pero sin revelarlo con una explosión.

En lo que toca a la mayoría de los países industrializados y a varios países en desarrollo, no existen hoy barreras tecnológicas o económicas importantes que se opongan a la realización de un programa de fabricación de armas nucleares. Los únicos obstáculos a la proliferación horizontal son ahora políticos: las obligaciones asumidas en virtud del Tratado de No Proliferación, el sentido común de los gobiernos.

Los adelantos en el uso del espacio con fines militares se han visto eclipsados en la mente del público por las hazañas espaciales de carácter civil. Sin embargo, han tenido una importancia decisiva. En la guerra de Indochina, se utilizaron satélites para las comunicaciones, para las previsiones meteorológicas antes de los bombardeos y para la navegación con fines de bombardeo naval, pero solamente ahora se están materializando todas las potencialidades de esos medios.

La tecnología de los satélites tiene hoy día una repercusión decisiva por lo menos en tres esferas, en las que confiere una superioridad considerable a las principales potencias militares: identificación de objetivos, navegación y evaluación de daños en relación con las estrategias de contrafuerza en la guerra nuclear; vigilancia, identificación de objetivos y navegación en la guerra "convencional"; información y vigilancia mundiales sobre los programas militares de otros países y sobre las guerras en que las grandes potencias no participan directamente.

El programa NAVSTAR podría hervir para indicar lo que en adelante será posible. Se trata de un sistema de 24 satélites. El sistema sería instalado entre 1977 y 1984 y costaría unos 3.000 millones de dólares.

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