En la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX comienza a sentirse un espíritu de renovación industrial. El Modernismo trae un componente vitalista de esperanza, se cree en que lo industrial contribuye al avance en lo material y espiritual. Es un movimiento de gran ámbito geográfico. El Modernismo transmite la idea de agilidad a través de líneas curvas, motivos inspirados en la naturaleza... .Estas tendencias serán llevadas a todos los ámbitos, incluso al metro, para que la gente se familiarice con el sentimiento.
El Modernismo es un estilo internacional, una manifestación urbana y burguesa. La burguesía se abre y es cosmopolita. La moda se difunde en revistas ilustradas que proliferan por toda Europa. Se crea una necesidad de renovación y cambio. Se pretende crear un estilo nuevo, sin referencia a lo tradicional en tema ni en estilo.
La primera manifestación del Modernismo es en el mobiliario y los objetos de uso. Tiene un fuerte componente ornamental. Se inspira en flora y fauna en proceso de estilización, pudiendo llegar así a casi la abstracción.
Al hablar de decoración, ésta nunca se considera aditamento del objeto, sino que se liga íntimamente a la estructura del mismo. Se rechazan los esquemas simétricos en pro de lo ondulado, que recibe el nombre de Línea de latiguillo, que transmite vitalidad, fuerza, asimetría e irregularidad. Se intenta expresar un componente de optimismo, que corresponde al estado psicológico de la clase social. Se ha dicho que el Modernismo es nuevo, joven, floreal..., de ahí que reciba varios nombres Art Nouveau, Liberty Style... .
Adquiere gran importancia el diseño y el deseo de integración de las artes. Aparece la figura del diseñador que también es decorador. Ello convierte a los edificios modernistas en obras muy atractivas.
miércoles, 27 de enero de 2010
Trotsky
León Trotsky, nació en Yanovka, Ucrania el 7 de noviembre de 1879 (26 de octubre según el calendario juliano prerrevolucionario) y murió asesinado en Coyoacán, Ciudad de México, el 21 de agosto de 1940.
Político y teórico revolucionario soviético, protagonista de la Revolución bolchevique en Rusia en 1917, que dio origen al primer Estado obrero del mundo. Negoció la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial mediante la Paz de Brest-Litovsk. Tuvo a su cargo la creación del Ejército Rojo que consolidaría definitivamente los logros revolucionarios venciendo a catorce ejércitos extranjeros y a los Ejércitos Blancos contrarrevolucionarios durante la Guerra civil rusa; fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja.[1] Posteriormente, se enfrentó política e ideológicamente a José Stalin, liderando la Oposición de Izquierda, lo que le causó el exilio y posterior asesinato a manos de la OGPU.
Político y teórico revolucionario soviético, protagonista de la Revolución bolchevique en Rusia en 1917, que dio origen al primer Estado obrero del mundo. Negoció la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial mediante la Paz de Brest-Litovsk. Tuvo a su cargo la creación del Ejército Rojo que consolidaría definitivamente los logros revolucionarios venciendo a catorce ejércitos extranjeros y a los Ejércitos Blancos contrarrevolucionarios durante la Guerra civil rusa; fue condecorado con la Orden de la Bandera Roja.[1] Posteriormente, se enfrentó política e ideológicamente a José Stalin, liderando la Oposición de Izquierda, lo que le causó el exilio y posterior asesinato a manos de la OGPU.
martes, 12 de enero de 2010
Esta magnífica escultura de madera policromada, de unos 90 cms. de alto aproximadamente, se ubica actualmente en el retablo colateral del Evangelio de la nueva iglesia parroquial de Nuestra Señora de Montserrat, en el municipio norteño de San Andrés y Sauces (Isla de La Palma). Antiguamente recibía la veneración de los fieles en la primitiva ermita de su advocación erigida por los propietarios del ingenio azucarero de Los Sauces. Estaba enclavada sobre la orilla del mar, junto al muelle del Guindaste, “puerto donde cargan los azúcares para Flandes o España”, paraje situado en el camino real que iba de la Villa de San Andrés al Puerto Espíndola. Éste se ha conservado en la memoria de los vecinos con el nombre de “La Ermita”, en recuerdo de aquel desaparecido templo. De las mandas testamentarias de los vecinos de toda la comarca se desprende que estamos ante una devoción que se ha mantenido viva hasta nuestros días en el pueblo de San Andrés y Sauces, “que siempre consideró a la imagen como muy milagrosa”. La ubicación del convento respondió a que estaba “en medio de los pueblos donde ay más concurso de gente”. Así, en zona neutral, se minimizaban los inevitables conflictos derivados entre ambos vecindarios sobre la posesión del monasterio.
Allí se fundaba el domingo 20 de noviembre de 1611 el Convento franciscano del mismo título: “Nuestra Señora de La Piedad”y con posterioridad, también bajo la advocación de “La Caridad”. Más tarde, concretamente tres años después de la fundación del decimocuarto cenobio de la provincia de San Diego de Canarias, los religiosos de dicha comunidad pedirían un lugar más adecuado para su establecimiento. Así, les fue donados unos terrenos más al sur, en la Villa de San Andrés en 1614 por don Pablo de Monteverde Van Dalle y su esposa doña María Salgado de Guisla, el capitán don Diego de Guisla Van de Valle y doña Margarita Bellid. Una vez construidos la nueva Casa y su correspondiente templo trasladaron la bella escultura de la Piedad y se procedió a la demolición del antiguo recinto. El nuevo emplazamiento fue situado frente a la Villa, al otro lado del Barranco del Agua y bajo la protección de los poderosos dueños de la Hacienda de los Señores, desde entonces, patronos del convento y sus frailes. Allí la adornaron con peana, corona y cruz de plata, cuyos remates fueron costeados con el legado de Fray Sebastián de Monterrey en 1752.
Durante los siglos XVII y XVIII, el número de moradores en el convento fue de unos ocho frailes, para pasar a casi catorce religiosos de comunidad. Pero ya a finales del XVII comienza a declinar paulatinamente y, en 1821 fue suprimido por el Estado. Reestablecido en 1827, fue suprimido definitivamente en 1835 en virtud de la ley de desamortización eclesiástica promulgada por Mendizábal, quedando la iglesia el convento como ermita.
Doña Constanza Negrín también nos informa de que “después de la supresión del Monasterio (1835) permaneció en la antigua iglesia conventual hasta su ruina, pasando entonces provisionalmente a la de San Andrés (1854) y por último a la de N. S. de Montserrat, donde se colocó en el altar del Rosario en 1855 y más tarde se le dedicó una capilla en el lado del Evangelio”.
Efectivamente, fue en 1854 cuando el desplome del techo aceleró su clausura definitiva. Todas sus imágenes y otras piezas como la pila, el púlpito, las campanas o el ajuar de plata fueron repartidos entre los templos de San Andrés y de Montserrat (Los Sauces) así como del resto de iglesias de La Palma.
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